• Opinión:

 

LOS SALDOS DEL PEÑATO Y LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL.

 

Por Martín Carlos Ramales Osorio/APIM.

El gobierno de Enrique Peña Nieto deja saldos negativos para el país, por mucho que los funcionarios de su gabinete se esfuercen por demostrar lo contrario: que México es una potencia mundial en la que se respeta la ley y se combate la impunidad, en la que los políticos deshonestos e incapaces son juzgados y llevados a la cárcel, en la que los gobernantes son elegidos de manera escrupulosamente democrática, y en la que los niveles de bienestar de su población son la envidia de japoneses, alemanes, franceses, holandeses o de ciudadanos de cualquier otro país de primer mundo.

Sin embargo, la testaruda y necia realidad demuestra exactamente lo contrario. México no es ninguna potencia mundial, y no lo es por muchas razones: en primer lugar, por la abundancia de políticos corruptos e incapaces, sobre todo del PRI, del PAN y del PRD; en segundo lugar, porque el gobierno

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  • mexicano y los empresarios invierten muy poquito en algo que se conoce como investigación y desarrollo tecnológico que le permita al país producir y exportar pantallas planas, computadoras, aviones, automóviles y partes para la sofisticada industria aeroespacial con tecnología 100 por ciento mexicana; en tercer lugar, por las políticas económicas neoliberales entreguistas que se vienen implementando desde 1982 hasta la fecha, que favorecen al capital financiero internacional y que han entregado las riquezas del país (petróleo, electricidad, ferrocarriles, minería, banca, playas y un largo etcétera) al capital comercial e industrial transnacional.

    Los saldos del peñato son francamente decepcionantes en todos los aspectos y en todos los detalles. En materia de honestidad y transparencia en el manejo de recursos públicos las evidencias son abrumadoras: desde la Casa Blanca de la familia Peña-Rivera hasta los faltantes en Sedesol y Sedatu detectados por la Auditoría Superior de la Federación y que pone en cuestionamiento a Rosario Robles Berlanga, la perredista que se convirtió en priísta. Sin mencionar el caso Lozoya-Odebrecht y la inmensa corrupción desplegada por gobernadores priístas, y también uno que otro panista, en distintas entidades federativas del país.

    Ni que decir en materia de derechos humanos y libertad de expresión. Al respecto, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido severamente cuestionado por instancias nacionales e internacionales de gran relevancia y trascendencia, tales como la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Amnistía Internacional (AI), Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ante las que el gobierno de Enrique Peña Nieto ni siquiera se ha inmutado y ni siquiera ha reconocido que tal crisis sea uno de los signos ominosos de su manera represiva de gobernar. Lo anterior deja muy en claro que el gobierno de Enrique Peña Nieto no es de ninguna manera democrático, sino que más bien se trata de un gobierno autoritario y represor, intolerante e insensible.

    Al respecto, los ejemplos abundan: desde la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa hasta el uso desproporcionado de la fuerza pública contra habitantes y maestros de Asunción Nochixtlán, pasando por las ejecuciones extrajudiciales de Tlatlaya y el encarcelamiento injusto del doctor Mireles de Michoacán; para el gobierno intolerante y represivo de Enrique Peña Nieto es más peligroso un luchador social como Mireles que muchos narcotraficantes sueltos. Y todavía Luis Videgaray Caso se atreve a cuestionar y a criticar al gobierno de Nicolás Maduro cuando el gobierno del que forma parte es igual o más de sanguinario, corrupto, represor y antidemocrático.

    En materia económica el peñato es también un fracaso total. Devaluación del peso, encarecimiento del gas y de las gasolinas (como muestra palpable del fracaso rotundo de la reforma energética), creación de empleos escasamente remunerados y destrucción de empleos de calidad. Los agravios del peñato contra el pueblo de México son innumerables, de ahí el hartazgo de amplios sectores de la población para con el PRIAN-PRD sistema que se confabularon en el Pacto Contra México. 

    En consecuencia, el candidato del PRI, el tecnócrata neoliberal José Antonio Meade, no levanta en las encuestas, el panista Anaya se ubica en el segundo lugar y Andrés Manuel López Obrador es el favorito de la mayoría de los mexicanos para ganar la elección presidencial. Sí el país está tan mal no es por obra y gracia de López Obrador, está mal por obra y gracia de los malos gobernantes surgidos del PRI y el PAN. Démosle el beneficio de la duda: no nos puede dejar más jodidos de lo que ya estamos, por si deviniera en un mal gobernante. El país requiere un cambio urgente, aunque más para bien que para mal. Ojalá López Obrador lo represente de ganar la elección presidencial, y la “mafia del poder” lo deje llegar…

     

     

     

    mramales2000@yahoo.com.mx